Esta nota bien podría llamarse "La Estúpida Historia de la Automatización de los Archivos, Bibliotecas y Museos en España. Espejo de amores propios mal entendidos y desengaño de profesionales bien intencionados, y aún jóvenes de corazón (operado) entre los que se encuentra el autor de la misma", a pesar de haberlas sufrido cien veces. Muchas veces, cuando me voy a acostar, pienso ¿y cómo sabría don Mariano José de Larra lo que me iba a pasar hoy a mi? Y, claro, no pego ojo. Pero por la intriga, ¿eh?
La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes es el clásico ejemplo de un esfuerzo enorme sin unas pautas claras de desarrollo, al menos en el aspecto tecnológico, y me temo que -aunque no en tan gran medida- en la selección de materiales, ya que se encuentran más artículos de revistas, capítulos de libros, etc., que en los repositorios institucionales de la universidades donde trabajan los autores de esas publicaciones.Lo de la parte tecnológica no será porque no se les haya dicho en más de una ocasión y de dos. Sin duda, lo de los artículos, etc., es por que la Cervantes les da la visibilidad de las que carecen los repositorios institucionales y sobre todo los recolectores de esos repositorios. A mí lo de la Cervantes me recuerda mucho a lo que oía a veces por lo bajini, a ves por lo altini, y muchas veces a gritini, en la Subdirección General de Informática y Organización (entonces se llamaba así) del Ministerio de Cultura en la época del proyecto de Informatización del Archivo de Indias. Yo iba allí casi todos los días un par de horas por la mañana para trabajar en el Catalogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico, cuya automatización me comí con patatas en unas circunstancias inenarrables, cuando yo era el Jefe del Servicio del CCPB. También me tiraba allí todas las tardes, metiendo datos con un grupo de excelentes compañeras, algunas de las cuales han llegado en lo profesional muy lejos y que no usaban precisamente un ILS sino un 'data entry' más malo que un dolor. Pero así se hizo.

Para usar una metáfora futbolera qué pocos goles marcamos, pero sobre todo cuántas ocasiones desperdiciamos. Como decía el chiste (que no me atrevo a repetir aquí) siempre nos ha faltado, organización, coño, organización.