miércoles, 22 de septiembre de 2010

Oganización, un poquito de sentido común y algo menos de mala leche y zancadillas personales


Esta nota bien podría llamarse "La Estúpida Historia de la Automatización de los Archivos, Bibliotecas y Museos en España. Espejo de amores propios mal entendidos y desengaño de profesionales bien intencionados, y aún jóvenes de corazón (operado) entre los que se encuentra el autor de la misma", a pesar de haberlas sufrido cien veces. Muchas veces, cuando me voy a acostar, pienso ¿y cómo sabría don Mariano José de Larra lo que me iba a pasar hoy a mi? Y, claro, no pego ojo. Pero por la intriga, ¿eh?

La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes es el clásico ejemplo de un esfuerzo enorme sin unas pautas claras de desarrollo, al menos en el aspecto tecnológico, y me temo que -aunque no en tan gran medida- en la selección de materiales, ya que se encuentran más artículos de revistas, capítulos de libros, etc., que en los repositorios institucionales de la universidades donde trabajan los autores de esas publicaciones.Lo de la parte tecnológica no será porque no se les haya dicho en más de una ocasión y de dos. Sin duda, lo de los artículos, etc., es por que la Cervantes les da la visibilidad de las que carecen los repositorios institucionales y sobre todo los recolectores de esos repositorios. A mí lo de la Cervantes me recuerda mucho a lo que oía a veces por lo bajini, a ves por lo altini, y muchas veces a gritini, en la Subdirección General de Informática y Organización (entonces se llamaba así) del Ministerio de Cultura en la época del proyecto de Informatización del Archivo de Indias. Yo iba allí casi todos los días un par de horas por la mañana para trabajar en el Catalogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico, cuya automatización me comí con patatas en unas circunstancias inenarrables, cuando yo era el Jefe del Servicio del CCPB. También me tiraba allí todas las tardes, metiendo datos con un grupo de excelentes compañeras, algunas de las cuales han llegado en lo profesional muy lejos y que no usaban precisamente un ILS sino un 'data entry' más malo que un dolor. Pero así se hizo.

En cuanto a la BVMC por razones de simpatía personal cantabrona le deseo mucha suerte y sobre todo ganas de trabajar porque tienen que hacer una redifinición total de la estructura de la información (y normalizarla completamente) y proceder luego a migrarla, y modificar por completo las funcionalidades actuales, si quieren continuar estando, por ejemplo, en Europeana. Y deberían estar. Cuando a finales de los noventa estaba naciendo la BVMC -era sólo un proyecto- yo le presenté a la Fundación Botín -con quien siempre he tenido unas relaciones buenísimas- siendo yo el director de la Biblioteca de Menéndez Pelayo en Santander una memoria técnica detallada de la Biblioteca Virtual Menéndez Pelayo que al final, y gracias a Dios,  ha acabado transformada en las Bibliotecas Virtuales Larramendi. Muchos papeles similares nos cruzamos en aquella época. También la Fundación Botín estaba avalando en aquella época el  Archivo Virtual de la Edad de Plata, que dirigía Francisca Hernández, y que por cierto utilizaba, aunque mucho más  desarrollado, ARIADNA, el programa de la Biblioteca Nacional, que ésta había dejado morir (por razones personales) y que estuvo agonizando casi diez años más. Por otro lado, la Residencia de Estudiantes (donde estaba lo de la Edad de Paca, caray, qué lapsus), y la Biblioteca de Menéndez Pelayo colaboraban en el proyecto de la Unión Europea, COVAX (Contemporary Virtual Archives in XML)  que con ese nombre ya se pueden ustedes imaginar de qué iba. ¡Hace mas de diez años! Y de ADMYTE, como recordaba hace días en Facebook Francisco Marcos-Marín, hace casi veinte.

Para usar una metáfora futbolera qué pocos goles marcamos, pero sobre todo cuántas ocasiones desperdiciamos. Como decía el chiste (que no me atrevo a repetir aquí) siempre nos ha faltado, organización, coño, organización.

martes, 21 de septiembre de 2010

De Libranda por el calor

Los precios de los eReader siguen bajando. Y la producción editorial española esta de libranda por el calor. Hacia el precipicio que se dice. Y bajarán más, lo que está muy bien siempre y cuando no los fabriquen en China con esclavos. Si cada vez son más baratos, cada vez más gente los adquirirá.

Y si sigue siendo tan pobre la oferta de libros digitales en español (fabricados en España) toda la industria editorial española, las artes gráficas y las librerías y grandes distribuidoras desparecerán. Para trasladarse a otro sitio, claro. Y da pena que eso pase en un país que es el quinto o sexto productor mundial de libros (si mis datos están actualizados) y que eso ocurra únicamente por ignorancia y desidia. Son muchos miles de puestos de trabajo; quizá millones, si se tienen en cuenta las cifras, de las que yo no me fío mucho, de la llamada industria de la lengua en español. No es que vaya a desaparecer, sino que se irá a México, a Argentina o directamente a Estados Unidos. Yo ya estoy recibiendo, procedentes de Amazon, todo tipo de ofertas de libros en español. Sólo hay que comparar a Amazon, a Barnes & Noble, o ahora a iTunes, por un lado y por otro a Libranda. Bueno, pues no hace falta imaginarlo que ya ha empezado a pasar; es ya una realidad. Y la jefa de Libranda diciendo que faltan años para que el mercado... Qué pena, la verdad.

En el primer número que ha empezado a publicar el Observatorio de la Lectura y el Libro tiene datos muy interesantes. Hay que fijarse en los tramos de edad, el 48,6% de la población española de 14 y más años lee en formato digital, principalmente en ordenadores (47,3%), en el móvil o agendas electrónicas (6,6%) y a través del e-reader (0,8%). El porcentaje de lectores digitales es muy superior entre la población española de 14 a 24 años, donde alcanza el 81,2%.

Por cierto, que nadie ha comentado la diferencia de diez puntos entre el ISBN de Barcelona y el de Madrid, cuando en general Barcelona iba siempre por delante o en empate técnico. ¡Diez puntos!. Es un terremoto. Las comunidades autónomas con mayor volumen de edición han sido Madrid, con el 34,0% (18.975 libros), Cataluña, con un 25,2% (14.080 libros) y Andalucía, con el 15,5% (8.664 libros).