martes, 31 de agosto de 2010

López Piñero, José María (1933-2010)

Me entero con bastante retraso y enorme pesar de la muerte en este mes de agosto del Profesor López Piñero, cuya aportación a la Historia de la Ciencia es incalculable. Junto con la Profesora Mari Luz Terradas -su mujer, a quien desde aquí presento mi pésame- llevó adelante enormes y muy bien cimentadas aportaciones a la Historia de la Ciencia y, en particular, de la Medicina, aunque no sólo a esta disciplina. Aplicó una amplia gama de metodologías entre las que nó faltó la bibliometría más rigurosa (fundamentalmente, fruto de la colaboración con la Profesora Terradas), con un rigor y una modestia que claramente indentifican a los verdaderos sabios. Gran pérdida, sin duda.
Dejó una amplia escuela de discípulos -entre los que me enorgullecería ser contado (aunque no tuve la suerte de ser su alumno)- así como el Insituto de la Historia de la Medicina y de la Ciencia, (que hoy se honra al llevar su nombre), creación conjunta de la Universidad de Valencia y el Consejo.
Lástima que tanta c...

domingo, 29 de agosto de 2010

Hazlo bien

La entrada anterior me pareció demasiado pecuniaria. Yo creo que en su conjunto está bien lo que he hecho. A veces se trabaja mucho y no se logra nada; eso es triste, sobre todo si se trabaja porque uno cree que lo que va a hacer está bien.
Catálogo Colectivo de Patrimonio Bibliográfico. Yo diría que muy bien, si se consideran como fueron las circunstancias.
    ARIADNA. Yo diría que muy bien. Lo que le colgaba a Ariadna (que era mucho), extraordinariamente, si se consideran las circunstancias.
      Departamento de Referencia de la Biblioteca Nacional. En su momento, me pareció que regular tirando a mal. Ahora, con perspectiva, bastante bien y eficiente,  si se consideran las circunstancias.
        Santander. Muy, muy mal. Si se piensa en el Boletín, en los Cursos de Verano, en el montón de publicaciones, en los Seminarios de Historia, tres o cuatro, de Filosofía, dos, de Filología uno, en la participación en el Archivo Virtual de la Edad de Plata o en COVAX, y en muchísimas cosas más como la Sociedad Menéndez Pelayo o ACAMFE, sería sobresaliente: pero no lo fue. Con mucho, la peor época de mi vida; profundamente injusta para mi persona. Quizá me vino bien, al final, maduré, pero no lo repetiría.

        Fundación Ignacio Larramendi. Yo diría que muy bien, si se consideran las circunstancias. Podría ser mejor, pero en cualquier otro sitio sería muchísimo peor, aburrido y mediocre; es un sitio casi ideal para alguien como yo. Yo, en la Fundación/DIGIBÍS, me divierto mucho. El problema es que me cuesta llegar allí, por la maldita mala salud, que yo creo que se ha presentado veinte años antes de lo que suele ser habitual.

        Los trabajos son mi vida; aunque mi aportación no haya sido valorada suficientemente. Yo diría que, en general, muy bien, si se consideran las circunstancias y las tremendas contradicciones que tengo, incluyendo a Dios.

        domingo, 22 de agosto de 2010

        Biografía de un científico español y una maestra nacional (frustrada) en el franquismo

        Hoy es un dia apropiado para rememorar algunos hechos que me han conducido hasta aquí y que me hacen preguntarme cómo es posible. Tengo, literalmente, miles de libros. Y un jardín. Y una piscina. Y un campo de tenis. Y una participación en un campo de Golf. ¿Cómo habré conseguido todas estas cosas?

        Mi padre era lepidopterólogo. Yo soy bibliotecario. Es inexplicable.

        Mi piso de Madrid lo pagué, en 1984, con la herencia de mi padre (junto con la primera depresión, la tesina, los cursos de doctorado, los cursos de alemán y de italiano, los de López Yépez y los de doctorado y los temas de la oposición, claro, todo el 84-85), unas matildes, algunas Damm, y nada más. Pagaba el 17 % de intereses y un año concreto el 21 %. La hipoteca se llevaba mi sueldo de nivel 26 y luego de nivel 28. Durante año y medio fui autónomo con compatibilidad autorizada, aunque ahora no haya manera de reconstruir mi vida laboral. 300.000 al trimestre, seis trimestres; luego se pagaba el IVA y el IRPF se disparaba.

        La pensión de viudedad de mi madre era inenarrable; la de mi tía Cari, increíble; mi tía Anita cobró una de orfandad (puesto que era soltera y ama de casa; y luego se dice que no conocemos algunos determinadas situaciones) hasta los noventa y muchos. Yo ayudaba a las tres además a pagar las casas, los impuestos, la comunidad, la luz, el gas y el agua.

        Mi madre debió de ser la única republicana que no consiguió pensión (aunque figuraba en los listados que hizo Valle Inclán en la Sección de Publicaciones Oficiales y que grabó Antonio Pérez) como opositora al cuerpo de maestras nacionales en Ávila en julio de 1936, porque perdía la de viudedad. Mi tía Cari, las había sacado el año anterior y luego sacó la de ayudante de bibliotecas. Iba contra la propia ley, pero mi padre siempre tuvo en el Consejo una situación muy rara, un pecado original, ya que venía de la Junta de Ampliación de Estudios; eso se pagaba todavía –aunque se fuera de derechas, no franquista, pero muy monárquico y desde luego liberal, clavadito a mí, vamos- en alguien jubilado en 1978 y muerto en 1984: la pensión de mi madre no era la del Consejo, si no que era de la mutualidad de Químicas o algo así, donde debían de estar los "a extinguir". Por cierto, que mi padre, que era abogado, también había hecho unas oposiciones a un cuerpo de segunda categoría –porque como entomólogo no tenían para comer–, era un TAC (Técnico de la Administración Central del Estado) en excedencia, que luego, gracias a Colodrón, subieron mucho.

        Pero mi padre seguía muerto cuando el PSOE arremetió contra los grandes Cuerpos (poco adictos presuntamente, gran error, porque esa gente siempre obedece al poder establecido como la Guardia Civil) y encumbró a los TAC y a los Técnicos Comerciales del Estado.

        Mi padre [Eos, t. LX, págs. 7-21 (1984)] llevó un diario entre personal y científico toda su vida, que está en casa, con sus sueldos, sus publicaciones, sus viajes, lo que tenía que hacer, referencias bibliográficas y una noticia sensacional: el 23 de agosto de 1955 nace Joserra. El sueldo de un entomólogo era increíble en los años 40, el de un profesor de investigación a mediados de los sesenta ya no, y el de director del Instituto Español de Entomología eran 1,500 pesetas más sobre el sueldo base. El mayor error que he cometido en mi vida decía, mi padre, que aguantó en él unos nueve años, discutiendo con el de la calefacción, tremendo problema de un edificio con colecciones de animales disecados, problemas de personal, la dirección de dos Revistas (con mi ayuda no acreditada, coño, papá). Al morir, cerraron EOS y siguió Graellsia porque dos revistas eran mucho trabajo (¿y antes no?); publicó muchísimos trabajos, según él lo mejor de todo lo que había hecho. Cuando se jubiló, le hicieron director honorario, y le dejaron volver a su antiguo laboratorio, con un despacho un poco más grande que el mío, dónde había sido destinado en el 30 o el 31.

        Y volvió a ser feliz. Seis años.

        A mi no me salen las cuentas...

        sábado, 14 de agosto de 2010

        Las Actas de la Asociación de Hispanismo Filosófico


        Después de haber editado las III, las IV, las V y un volumen con las VI y VII Actas de las Jornadas de la Asociación de Hispanismo Filosófico y haber contribuido a organizar y financiar tanto las IV y las V Jornadas que tuvieron lugar en la Biblioteca de Menéndez Pelayo en Santander, este año he solicitado de nuevo al Patronato de la Fundación Ignacio Larramendi que cubriera los gastos de edición así como la corrección y composición de un nuevo volumen dedicado a las VIII y IX Jornadas de esta Asociación. Este año, sin embargo, tienen una peculiaridad; cuando el representante de la Asociación de Hispanismo Filosófico vino a solicitarme esta nueva ayuda me dijo que se encontraba en una situación muy embarazosa, pues desde la Sociedad Menéndez Pelayo le habían exigido que mi nombre no figurase en parte alguna del volumen.

        Tras cierto momento de estupor  por mi parte, dije que no me parecía mal, puesto que al fin y al cabo lo importante era que se publicaran las Actas y yo para estas cosas suelo aplicar, ya que no es posible otra cosa, además de la otra mejilla, el famoso principio de Irving Thalber, tal y como lo explica Groucho en sus extraordinarias memorias Groucho y yo. Ya ha salido para la imprenta el nuevo volumen que lleva una breve introducción de la Presidenta de la Fundación Ignacio Larramendi en la que, como no podía ser de otra manera, mencionaba mi nombre en un par de ocasiones. Yo la rogué que lo sustituyera por sendas paráfrasis como efectivamente así se ha hecho. Y aunque lo menos que me han dicho es que soy tonto, me parece a mí que, como he escrito más arriba, lo importante es que se publique el volumen y que no está el horno para bollos, ni el ánimo para vanidades. 

        Sin embargo, por esas cosas de la vida hace un par de fechas y ordenando mi siempre caótica biblioteca me encontré con el bello libro publicado en Santander en 1998, a todo color, Catálogo de Manuscritos musicales de Cantabria, siglos XIII al XVI, que aparte de un amplio conjunto de láminas en color reproduciendo fragmentos de canto gregoriano iba acompañado de una grabación de la Schola Gregoriana de Cantabria que dirigida por Lorenzo Lisaso incorporaba 17 fragmentos de canto gregoriano que, por cierto, no suele corresponderse con el canon habitual de este tipo de música, sino por las partituras, si pudieran llamarse así, recogidas de forma, lógicamente, aleatoria entre esos fragmentos que en ocasiones aparecen en las guardas de los libros sirviendo de encuadernación a otros volumenes o entre materiales de archivo. No me fue fácil, desde luego, lograr los fondos para la edición de un catálogo tan costoso, ni muchísimo menos de lograr la grabación de un CD musical que aunque sin punto de comparación con los de Solange, yo creo que suena francamente bien. Era un presupuesto extraordinario y no entraba dentro de los planes habituales de edición de la Concejalía de Cultura una obra de esa calidad y esas características, que se remató con un concierto en la Catedral de Santander.













        En el ejemplar de ese libro que tengo sobre la mesa hay una bonita dedicatoria que dice:"Para Xavier Agenjo por su entusiasmo, apoyo, e inmensa generosidad, con todo mi cariño" y firmado el 2 de marzo de 1999.

        Como ya he dicho, por esas vueltas y revueltas que da la vida, quién firma esa cariñosa dedicatoria, de forma hológrafa, y que luego repite más formalmente en los agradecimientos, es la Vicepresidenta de la Sociedad de Menéndez Pelayo, que ha considerado oportuno tachar mi nombre, aunque no pedirme que edite el volumen de Actas mencionado. Se me ocurren dos comentarios que tal vez a algún espíritu delicado pudieran parecerles malignos y que son aquellos de: Hay amores que matan, u otro todavía más cínico: Le hice un favor, y eso no se perdona nunca. La verdad es que fueron bastantes favores. Sic transit...